Uno de los sobrenombres con los que Isabel I de Inglaterra pasó a la historia es el de Reina Virgen. A pesar de encontrarse entre los deberes de todo monarca procurar un heredero para su reino, Isabel nunca llegó a casarse, y con ello hizo correr ríos de tinta. Se han expresado las teorías más variopintas para justificar esta extraña circunstancia. Si en aquel tiempo una mujer sin hijos era aún contemplada como algo contra natura, esto era doblemente incomprensible en el caso de una reina que, aparentemente, renunciaba a ser madre. Lo más importante eran los intereses dinásticos; de hecho, para su padre, Enrique VIII, el empeño por conseguir un heredero varón había llegado casi a la obsesión, y resultaba desconcertante que Isabel no hubiera antepuesto también este objetivo.
No procurar descendencia era, además, condenable, dado que podía desatar las ambiciones de otros poderosos señores que veían en ello la ocasión de alcanzar la corona y, de ese modo, el reino se sumiría en el caos de una guerra civil. Su propia persona se vería constantemente amenazada, rodeada de intrigas, de disputas; su vida estaría frecuentemente pendiente de un hilo, a merced de los intereses que su situación provocaba y que sus enemigos nunca dejarían de aprovechar. Isabel tenía que enfrentarse a Francia, España, el Imperio y el Papa y controlar, al mismo tiempo, las facciones que surgían en sus dominios.
Para explicar el hecho de que no pusiera fin a tanta conspiración contrayendo matrimonio, se ha recurrido a todo tipo de argumentos basados no en la política, sino en la propia persona de la reina. Se ha pensado en ocasiones en motivos psicológicos derivados del matrimonio de su propia madre y las traumáticas vivencias de su infancia, todo lo cual produciría en ella una fuerte inhibición. Otras veces se ha alegado que tenía alguna clase de incapacidad física de la que era conocedora.
Su contemporáneo, el dramaturgo Ben Jonson, en una conversación con Drummond afirmó que Isabel tenía una malformación, una membrana anormal sobre las mucosas que hacía imposible la penetración. Jonson también decía que, a pesar de ello, la reina “ensayó a muchos hombres”, con lo cual su proclamada virginidad sería una mera cuestión técnica. Las palabras del dramaturgo se encuentran en consonancia con las que pronunció María Estuardo en una ocasión: la reina de Escocia dijo que Isabel no podía tener hijos porque “no estaba normalmente constituida como mujer”. No se sabe, sin embargo, de dónde procedía tal afirmación ni cómo había llegado a su conocimiento, por lo que no podemos aceptar ni rechazar la hipótesis.
El embajador de España, el duque de Feria, dejó escrito en sus informes que no era capaz de traer al mundo un hijo, pero tampoco sabemos cómo podía estar en posesión de este dato, a qué se refería exactamente ni cuánto tenía de veraz. Podría tratarse de una simple suposición por su parte.
Los médicos, en cambio, no mencionan nada al respecto. Por el contrario, su médico dijo una vez: “Si el rey de Francia la desposa, yo respondo de que tendrá diez hijos, y no hay hombre en el mundo que conozca mejor su temperamento que yo”. Aunque si en aquel momento se buscaba una alianza con Carlos IX, lo que se esperaba del médico era que apoyara esta pretensión afirmando lo que los franceses deseaban oír, fuera o no cierto.
Algunos comentaristas hablan de la masculinidad de Isabel, pero esto es más difícil de aceptar. Sus gustos eran siempre muy femeninos, y, desde luego, su coquetería y su atracción por los hombres eran sobradamente conocidas.
En cualquier caso, la castidad de Isabel no era ejemplar. El escándalo saltó por primera vez con Thomas Seymour cuando ella era apenas una adolescente, y desde entonces nunca se privó de flirtear con los hombres más guapos: Leicester, Hatton, Essex y muchos otros se cuentan entre sus relaciones, si bien no es posible saber hasta qué punto llegaron.
Para complicar más las cosas, también se ha llegado a afirmar que Isabel tuvo un hijo secreto. El escritor Paul Streitz, con tal de vender libros, no tiene empacho en asegurar que en realidad tuvo varios. El mayor de ellos sería el conde de Oxford. Según esta teoría, la paternidad correspondería a Seymour, pero las fechas que se aceptan comúnmente resultan difíciles de encajar con dicha hipótesis, porque la criatura habría nacido trece meses después de que el conde fuera decapitado. Para solventar el problema, Streitz adelanta en un par de años el nacimiento del niño y lo hace coincidir con un alejamiento de Isabel por motivos de salud. En tal caso, lo extraño es que Seymour tardase tanto en ser ejecutado.
Sysley Huddleston, biógrafo de la reina, es más partidario de las razones políticas, y para explicarlas establece un debate consigo misma al estilo de los coloquios de Panurgo y Pantagruel:
—Si me caso con un príncipe francés, hago una alianza diplomática que me permitirá soslayar muchas dificultades.
—Sí, pero para encontrarme en más dificultades con Europa, con el Imperio.
—Si no me caso, atraigo sobre mí la daga de un asesino, porque mi vida es lo único que se interpone entre los pretendientes y el trono.
—Sí, pero si me caso y no tengo hijos, el peligro será aún mayor.
—Si me caso, alguien compartirá conmigo las pesadas tareas que me incumben y me ayudará en las dudas que me asalten.
—Sí, pero, precisamente yo no quiero repartir, quiero ser libre.
—Si no me caso, seré objeto de intrigas, nadie me dirá la verdad, se pensará más en la mujer que en la reina.
—Ahora bien, si me caso se pensará más en la reina y mi marido me dirá verdades desagradables.
—Si no me caso, no conoceré las siete alegrías conyugales.
—Pero yo no quiero esas alegrías que se cambian fácilmente en penas.
—Si me caso, podrá arreglarse el problema sucesorio, que ha sacudido a Inglaterra tras la muerte de mi padre.
—Sí, pero a condición de que yo tenga herederos, ¿y es esto seguro? Mi padre se casó seis veces y aun así la dinastía no quedó asegurada.
—Si no me caso, seré una mujer incompleta.
—Si me caso, puede que sea una reina de poder limitado.
Cualquiera sabe. En esto de los gustos sexuales hay componentes psicológicos, fisiológicos y hasta psiquiátricos que imposibilitan una relación normal. En todo caso, ya su padre se casó por ella con creces. Unos tanto y otros tan poco.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, su padre se casó por toda la familia. Agotó el cupo.
EliminarFeliz tarde
Bisous
De lo que no hay duda es de que disfrutó de galanteos y amoríos.
ResponderEliminarEl monólogo parece más bien fragmento de sainete hamletiano, pero sin Hamlet ni Shakespeare.
Bisous y buenas tardes
Se refiere a Rabelais, Gargantúa y Pantagruel. En el libro tercero Panurgo va a pedir consejo a Pantagruel sobre si debe casarse o no.
EliminarFeliz tarde, madame
Bisous
un misterio. yo, por proponer, diría más bien que... yo que sé. la verdad, decir por decir...
ResponderEliminarque tenga un buen martes, madame. por aquí ha empezado a refrescar un pelín.
bisous.
Pues sí, solo podemos especular sobre tan extraño comportamiento. A menos que aparezca un documento definitivo, nunca sabremos la verdad.
EliminarFeliz tarde, monsieur
Bisous
Los misterios del pasado siempre son doblemente interpretados y como todo lo no escrito siempre analizarlo con cautela y en este caso como no sé nada de esta reina virgen, que parece que no era tal, de momento me quedo con la frase de ese debate tan peculiar de su biografía: no quiero esas alegrías que cambian fácilmente en penas… con las vivencias de su padre en los temas amorosos y de estado, de seguro que no le quedaron ganas de probarlo (chica lista). Gracias por acercarme a un personaje que desconocía totalmente.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Y un personaje que da para mucho, madame. Son numerosos los aspectos de su vida y reinado que dan para apasionantes debates.
EliminarGracias a usted. Feliz tarde.
Bisous
Con semejantes padres no es de extrañar su decisión. ¿ y si me caso y no tengo hijos? Debió ser una pregunta recurrente supongo.En cuanto a la limitación de su poder, también seguramente ya no sería lo mismo.¡ De qué manera limitó a la brillante Isabel la católica su alianza con el mediocre Fernando¡. ¡Cómo afectó eso a sus hijos. Y Catalina de Francia , tampoco quiso saber nada más y no es de extrañar.¡ Ya su libro anda por el vecino Brasil, no pierdo las esperanzas. Bisous
ResponderEliminarMadame, el libro hace tiempo que está en todas partes, incluyendo la India y Japón. Me he limitado a poner los enlaces a las páginas que supongo que serán de más utilidad a mis seguidores, pero hay más, desde luego :)
EliminarFeliz tarde
Bisous
YO,Claudia , ja,ja.
ResponderEliminarpues es una personaje muy interesante siempre me han gustado las peliculas sobre ella y la verdad que he leido muy poco del asunto, pero ya me dejaste con la intriga buscare biografias que pueda leer.
ResponderEliminargracias
Y ya de paso, también tiene mi novela, en la que ella es uno de los personajes :)
EliminarFeliz tarde
Bisous
Quien sabe... Congraciarse con la reina quizás incluía guarda el secreto.
ResponderEliminarEs posible una combinación psiquiátrica y física...Los trastornos psiquiátricos pueden pesar como una losa.
Yo disfruté esa reina vergen que me sorprendió mucho en su novela
Besos
Yo creo que ella sí se hubiera casado en alguna ocasión, de haber salido adelante el plan. Pero eso tal vez sea tema para otro artículo. Hubo dos o tres veces que...
EliminarUna de esas ocasiones sí que aparece en la novela :)
Buenas noches, monsieur
Bisous
Yo me pregunto,seria un chico en vez de chica.No se puede exhumar el cadáver y mira su esqueleto?
EliminarNo, no era un chico. Qué más hubieran querido su padre y su madre. Enrique VIII se desesperó por ello, y a Ana Bolena le costó la vida. De haberle dado un varón, él no hubiera buscado otra esposa ya. Se habría quedado con la que se demostraba capaz de tener hijos varones.
EliminarBuenas noches
Bisous
Ser o no ser :mientras se desentraña esta hipótesis. -Si que se puede afirmar, que no nos es del todo extraña ;si se tiene el inmenso placer de leer" La corte del Diablo".Por lo poco que deja caer era una mujer con sentido del humor y también una coqueta redomada...
ResponderEliminarMuy bien por ese monólogo.Ella se lo decía todo...para eso era la reina y punto.
Buenas noches, mañana ya comienzan las pruebas de Selectividad en esta comunidad, vamos a cruzar los dedos por estos muchachos.
Bisous.
Sí, era muy coqueta. Y con un lenguaje en privado muy poco refinado.
EliminarMuchas gracias, madame. Suerte para todos aquellos que se enfrentan a la temible selectividad por estas fechas.
Buenas noches
Bisous
¿Y un polaco? ¿Qué tal un polaco? También pudo encapricharse de uno, no sólo de mentirijillas.
ResponderEliminarBeso su mano.
Pues igual sí, jiji. En La Corte del Diablo pasaba de todo.
EliminarBuenas noches, monsieur.
Bisous
Isabel era de armas tomar y si se encabezonaba en no traer hijos al mundo y no casarse imagino que no habría teólogo que pudiera hacerle cambiar de opinión. La teoría que más apoyos tiene es la de un trauma psicológico en la adolescencia derivado de una posible violación no consumada, pero sin pruebas documentales no son más que hipótesis.
ResponderEliminarUn besete
No, ni documentales ni de ningún otro tipo, desde luego. Es una mera hipótesis y, hasta donde he comprobado, yo no diría que es precisamente la que más apoyos tiene, aunque no es en absoluto desdeñable.
EliminarFeliz tarde, madame
Bisous
Sus razones tendría. Saludos
ResponderEliminarOf course. De lo que tratan los historiadores es de dilucidar cuáles serían esas razones que tenía, y no parece fácil.
EliminarBuenas noches, monsieur
Bisous
Madame
ResponderEliminarIsabel Tudor nos regaló desinteresadamente un dilema o enigma que hoy es un debate entre los historiadores
No creo ninguna enfermedad congénita o un intento de violación ya que hubiera sido un escándalo en toda Europa
Más bien es algo íntimo... Un secreto muy bien guardado de un amor jamás concretado.
Habría sido su negativa a casarse un pacto de amantes.
Una nueva teoría no cree
Muy romántica teoría, monsieur. Anotada queda junto al resto. Un pacto muy largo, por cierto. ¿Tal vez se le ocurre a monsieur algún caballero del entorno de Isabel que haya hecho honor al pacto permaneciendo soltero durante décadas? No me diga que no lo ha buscado :)
EliminarBuenas noches
Bisous
Me quedo descubriendo tu blog, me parece muy original y bonito.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, madame, muy amable.
EliminarFeliz fin de semana.
Bisous
¿Las siete alegrías conyugales? cuales eran en aquellos tiempos, creo que Isabel fue muy inteligente, y ante todo reina, no dejando de lado el ser mujer, pues favoritos tuvo unos cuantos, creo.
ResponderEliminarLa verdad, madame, que no sé qué alegrías podían verle al matrimonio, tal como estaba planteado. Pero Isabel, en efecto, no se privó de tener favoritos.
EliminarFeliz tarde
Bisous
Madame
ResponderEliminarMe preguntaba por el caballero... Y si ese caballero estuviese ya casado y solo esperase que enviudara sin duda seria lo más conveniente.
Bien es sabido que a la reina le tenía gran cariño a Robert Dudley, al que hizo conde de Leicester, mismo al que tanto Cecil cómo Walsingham combatieron lanzando un velo de misterio a la de por sí misteriosa e incomprensible forma que murió Amy Robsart.
Este es uno de esos caballeros que más se relaciona con Isabel, pero hay otro caballero cuyo nombre se a escapado a mi mente por ahora y es uno de los que tenia encadenado el corazón de Isabel
Comparto su teoría, monsieur. Es más que probable que ella esperara poder casarse con Dudley hasta que saltó el escándalo. Y después seguramente hubiera aceptado un matrimonio con Anjou, una alianza con Francia que necesitaba mucho... Pero para eso tenía que estar de acuerdo también el novio, y ahí estuvo el problema.
EliminarFeliz tarde
Bisous